Paseando por la Medina, siempre con mi cámara de fotos en la mano, recorro el presente y el pasado. Es enriquecedor salir de tu zona de confort y adentrarte en otros mundos que, cuanto más alejados estén del tuyo, más aprenderás de ellos. La gente que viaja, obviamente, es más abierta y tolerante que la que se encierra entre sus cuatro paredes. Saber que nuestra realidad es nuestra y que cada persona tiene la suya propia nos hace más respetuosos con la gente que no piensa como nosotros.

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            A veces tienes que separarte de las cosas para verlas en su justa esencia. El progreso, por ejemplo, es una de ellas. Vivimos el día a día y no somos muy conscientes de la evolución de la vida debido a las nuevas tendencias y avances sociales y a la vertiginosa velocidad con la que avanza la tecnología que usamos a diario.

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            Hoy me reencontré con el pasado en un viejo bazar perdido. Apiladas, hay un puñado de cámaras de fotos antiguas. Sí, esas que usaban carrete de película que luego había que llevar al laboratorio para que te lo revelaran.  Aprovecharé para contarle a mis hijos algo que no han visto en su vida porque ya nacieron en la era de la fotografía digital. Reconocí alguno de los modelos de cámaras, es más, recuerdo haber tenido alguna de las allí expuestas para su venta.

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            Antes, seleccionábamos mucho el objeto a fotografiar. Sólo teníamos 36 disparos y había que dosificar mucho lo que era fotografiable y lo que no. Hoy puedes hacer MILLONES de fotografías, así, sin más. Todo pasará de una tarjeta de memoria al disco duro de tu computadora sin coste alguno. Ya no hay criterio ni selección. Hoy se fotografía todo, sirva o no sirva para algo. En un momento me vinieron las palabras de mi madre a la cabeza: “cuando las fotos las hacían en papel me las enseñaban todas, ahora que las tienen en el ordenador, nunca veo ninguna”.

Consejo: Sienten a las personas mayores delante del ordenador y enséñenle las fotos de vez en cuando. Sera divertido para ustedes y necesario para ellos.