La vida es densa, muy densa. A veces, es imposible ver más allá de la oscuridad que nos impide ver la luz. La penumbra nos abate y nos deja sin ganas de caminar ¿Hacia dónde?, si no sabemos por donde sigue el camino. Esto sí que está claro: si no caminas en la oscuridad, siempre estarás sumergido en ella.

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          Alfredo anduvo perdido, hasta que encontró un hueco por el que entraba la luz. Se aferró a él y puso rumbo directo hasta salir de la espesura del bosque. Preso de una depresión por la ruptura sentimental, encontró la vida, de nuevo, al conocer a Laura. Tumbado en el sofá de su casa, nunca la hubiera conocido ¿Cuántas veces nos vemos, nosotros, en medio de la tupida maraña de días en los que creemos que el sol no existe?

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          Carla quería dejar su trabajo por el acoso al que esta siendo sometida. No se decidía por miedo a quedar desasistida económicamente. Resolvió, pese a su edad, terminar sus estudios. Y eso la llevó a conseguir un trabajo mejor. No se quedó quieta, camino buscando una esperanzadora luz que, al final, la envolvió de lleno.

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          Mil casos vemos todos los días. Dunia lo pasaba mal yendo a la beneficencia para recoger comida con que dar de comer a sus tres hijos. Un día se le ocurrió tomar un cubo de agua y una esponja enjabonada y limpiar todos los cristales de los escaparates de los comercios que había entre su casa y la comida de sus hijos. Hoy, está asegurada en un servicio de limpieza. Peter hizo, un día, unas galletas con pasas y nuez para ofrecérselas a las cafeterías de su barrio y, hoy, por fin, le entregan el registro sanitario para poder venderlas.

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          Si no es enfermedad grave, que llegue a fatal desenlace, en el resto de las acciones hay que seguir caminando, hacia donde sea, pero seguir caminando.

PD: Basado en miles de casos reales.