Hola, me llamo Kloster y soy un perro criado con una buena familia de clase alta. En esta vida hice todo lo que tenían que hacer los perros: ir a buscar la pelota, dar la pata cuando me lo ordenaban y saltar por encima de un palo cuando venían visitas a la casa. Nunca entendí cuál era la finalidad de hacer esas cosas y, siendo más mayor, me di cuenta que yo solo era el entretenimiento de los humanos porque ellos tenían conocimiento y nosotros los perros, no.

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          Una noche me escapé de casa en busca de la sabiduría, esa cosa que hacía que los humanos fueran superiores a mí. Por el camino fui aprendiendo de todas las personas con las que iba conviviendo. Me di cuenta que, las acciones, si las piensas primero, quedan mejor realizadas. Pero, con toda la inteligencia que tienen los hombres, muchas veces se saltan este concepto llevándolos a resultados desastrosos. Me empecé a cuestionar de que servía tanta experiencia, si después no la usaban en su justa medida.

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          Quería llegar a la profundidad del saber, quise ser el perro más listo a ver si conseguía llegar a ser un humano. Me preparé mucho. Había días que me sentaba en la plaza del parque a divisar como las gentes se relacionaban. Cuanto más observaba, menos lograba entender. No entendía porque una persona que tiene dos bocadillos no le dio uno a otra que no tenía ninguno. No pude saber porque unos sujetos creen que son dueños de otros de su misma especie. Es decir, que cuanto más intentaba aprender, menos conocimiento tenía.

 

          Decidí ir a un monasterio en Sikkim (India), donde los pensadores buscan en su interior las raíces de la vida y sus formas de pensamiento puro. Me mezclé con los monjes intentando comprender la belleza de la vida. Al final, lo único que he sacado claro es que es en su propia espiritualidad cuando los humanos son felices, pero que cuando interaccionan con otros congéneres entran en juego otras armas de destrucción como son: la envidia, el exceso de ego, las ansias de poder o el placer por el sufrimiento ajeno como canalizador de las propias frustraciones. Hoy, después del largo recorrido en busca de la sabiduría, echo de menos a aquel Kloster que vivía en la casa con la familia levantando la patita de vez en cuando. Por eso estoy aprendiendo a vivir en armonía conmigo mismo y he decidido que no quiero parecerme a un humano y sigo practicando para utilizar más los sentimientos y menos las posesiones.

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            Hello, my name is Kloster and I am a dog raised with a good upper-class family. In this life I did everything the dogs had to do: go get the ball, give it up when ordered, and jump over a stick when visitors came to the house. I never understood what was the purpose of doing these things and, being older, I realized that I was only human entertainment because they had knowledge and we dogs, no.

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          One night I ran away from home in search of wisdom, that thing that made humans superior to me. Along the way I learned from all the people I was living with. I realized that actions, if you think them first, are better realized. But, with all the intelligence that men have, they often skip this concept leading to disastrous results. I began to question that it served so much experience, if later they did not use it to its right measure.

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            I wanted to get to the depth of knowledge, I wanted to be the smartest dog to see if I could become a human. I prepared a lot. There were days I sat in the square of the park to see how the people related. The more I watched, the less I could understand. I didn’t appreciate why a person who has two snacks did not give one to another who didn’t have any. I couldn’t know why some people believe they are superior than others of their own kind. That is, the more he tried to learn, the less knowledge he had.

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          I decided to go to a monastery in Sikkim (India), where thinkers look inside the roots of life and its pure thought forms. I mingled with the monks trying to understand the beauty of life. In the end, the only thing I have made clear is that it is in their own spirituality when humans are happy, but when they interact with other congeners come into play other weapons of destruction such as: envy, excess ego, desire for power or pleasure for the suffering of others as a channel for their own frustrations. Today, after the long journey in search of wisdom, I miss that Kloster who lived in the house with the family raising the paw from time to time. That is why I am learning to live in harmony with myself and I have decided that I do not want to look like a human and practice using more feelings and less possessions.