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"Yo también tuve un sueño"

Fotógrafo: Gloyer Matala Evita

Guinea Ecuatorial

         ¡Qué fácil es tirar a la basura a los disminuidos! Tengo un amigo que se contagió de polio cuando íbamos al colegio. Tuvo que dejar las clases y yo lo echaba mucho de menos. A veces, me escapaba del control de mis padres para ir a su casa a verle ya que lo tenía terminantemente vedado. “Te vas a contagiar y acabarás en una cama tú también”, me repetían. Más de una paliza recibí cuando se enteraban de que me había saltado la prohibición.

            La vida siguió cada uno por su lado, pero siempre juntos. Yo terminé mis estudios y él no pudo hacerlo a pesar de que yo, quedaba los lunes toda la tarde con él enseñándole lo que yo aprendía. Llegó el momento de separarnos cuando me tuve que ir a la universidad y él, gracias a la intercesión del cura de la parroquia, entró en un programa de aprendizaje de oficios.

            Estuvimos tres años sin vernos, pero escribiéndonos periódicamente con las pocas palabras que le pude enseñar. Sus cartas eran muy escuetas, pero me hacían ilusión. En la Uni conocí a Nelly con la que volví a mi ciudad natal para casarme. El reencuentro con mi amigo fue agridulce. Por un lado, tenía muchas ganas de verle, pero por otro, me pareció que se había deteriorado demasiado en esos años de mi ausencia. Vagando por el parque, en su silla de ruedas de puro alambre desgastado, la cara se le iluminó al verme. Estuvimos largo rato hablando, le presenté a mi novia, y me contó su día a día. Se limitaba a estar rodeando la plaza a la espera de que algunos conocidos le trajeran algo de comer.

            Por la noche, le hice prometer a mi novia que me dejaría libres todos los lunes de nuestra vida, para dedicárselos a mi amigo. Sonriendo aportó, incluso, que en lo que ella pudiera colaborar no dudara en pedírselo. Es por esto que todos los domingos tiene que hacer un bizcocho que tanto le gusta a mi amigo. Un día estuvimos hablando que su invalidez no tenía que ser un impedimento para desarrollarse en la vida. Le hablé de Frida Khalo que pasó la misma enfermedad que él y le puse como ejemplo a Stephen Hawkins y como, a pesar de su enfermedad, se convirtió en una de las personas más influyentes del mundo. Le conté, incluso, lo que influyó en mi vida la lectura de “Historia del tiempo” que le consagró y por el que deberían haberle dado el Premio Nobel.

 

            Hoy, que escribo este relato, me he llevado una sorpresa mayúscula. Mi novia me ha pedido los martes para llevar a mi amigo al cine, realizar actividades y fomentarle esa habilidad especial que tiene con las manos. Empezarían por dibujos y breves figuras de modelaje para acabar, vete tú a saber en qué. Lo que si tengo claro es que los miércoles volverá a su sitio en la plaza, pero me da la intuición que, si se empeña en profesionalizar los dibujos que hace desde niño, no será por mucho tiempo.

TEXTO: Luis Alberto Serrano

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Nombre: Gloyer Matala Evita

Residencia: Bata (Guinea Ecuatorial)

Biografía:
     Artista Visual y editor ecuatoguineano. Ha sido colaborador del Centro Cultural de España en Bata desde el 2010, donde se ha formado y continuamente ha demostrado sus dotes como artista visual.  

     Como fotógrafo, su obra se ha basado habitualmente en la gente y en la comunidad como medio de inspiración. Trata que sus fotografías tengan significado propio, que sean una herramienta de comunicación para reflejar el desequilibrio social y cultural que se registra en la sociedad.  

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