CAFÉ SOCIETY (Estados Unidos 2016)
WOODY ALLEN SE PASA AL “CULEBRÓN” LATINO
Woddy Allen es Woody Allen y se le perdona “casi” todo. Reconozco que he visto prácticamente toda su filmografía (con sus genialidades y sus películas “no tan buenas”). Pero de lo que si soy fan a muerte es de sus libros. Me encanta su forma de razonar y de ver la vida libre de ataduras y prejuicios.
Es, esa forma de ver la vida que roza el cinismo, la que empuja a escribir esos guiones enrevesados que, repito, casi siempre me encantan. “Café Society” es una historia de amor a tres bandas dentro de una misma familia judía ambientada en el metacine (el cine que cuenta historias del mundo del cine) del Hollywood de los años 30. Y, para mí, basada demasiado en tópicos como para hacerla atractiva. Es más, es tan tópica que se torna en previsible en la mayoría de sus escenas.
Pese a ello, se nota que Allen es un maestro en esas lides porque no se hace pesada del todo. Algunas escenas si se hacen lentas y predecibles. Quizás esa obsesión de estrenar una película cada año haga que no se mediten cosas como la elección de los planos con arreglo al argumento y los personajes. Ahí es donde más me ha decepcionado esta cinta. Durante todo el metraje se suceden continuamente y sistemáticamente un juego de planos contra planos para que lo personajes vayan, con sus palabras, haciendo avanzar las tramas. Esto es precisamente la base de la producción de los “culebrones” latinos de bajo presupuesto.
Hay pocas acciones. Casi toda la información nos la “cuentan” los personajes y, por si fuera poco, una voz en off con planos recurso para vestirla. Es por ello que esto es una película de personajes. Tampoco creo acertado el casting. Cada uno de los actores está brillante por si solos pero no encajan ente ellos y sus relaciones. No me parece creíble ninguna de las historias de amor. Y, de verdad, que no me parece que sea porque sean malas sus interpretaciones si no porque los planos están tan mal planificados que no consiguen transmitirnos los sentimientos de ellos.
Se nota que este trabajo no se lo tomó muy en serio Vittorio Storaro. Parece como si fuese un trabajo hecho de encargo y corriendo. Y eso que estamos hablando de un ganador de tres Oscars (por “Apocalypse Now” (1979) de Francis F. Coppola, “Rojos” (1981) de Warren Beatty y “El último emperador” (1987) de Bernardo Betolucci) y nominado por “Dick Tracy” (1990) de Warren Beatty. La planificación típica de las series B. Acción hasta llegar a la siguiente conversación en la que los personajes no se mueven. Que conste que eso lo he hecho yo también, pero en cortometrajes de cero euros de presupuesto con un par de latas de películas que sobraron de otros rodajes.
Los actores salvan un poco las tramas. Steve Carell (que me encantó en “La gran apuesta” (2015) de Mark Baum y en “Pequeña Miss Sunshine” (2006) de Frank Ginsberg) es, para mí, uno de los actores con mejor imagen del cine actual. Sabe elegir los personajes y les da vida propia. Me gustó también Kristen Stewart (la conocida Bella Swan de la saga “Crepúsculo”) aunque, como diga, la planificación haga que no te creas acciones y reacciones de su personaje. El trio amoroso se completa con Jesse Eisenberg al que yo desconocía porque no he visto “La red social” (2010) de David Fincher en el que encarna al mismísimo Mark Zuckerberg. No me creí lo exagerado de su personaje en sus vestimentas ridículas y en sus acciones. Cuestión de dirección, me temo.
Una película entretenida con ratos de desconexión, típica de Allen cuando no se pone el mono de genio. No creo que pase al listado de sus obras maestras pero vamos, que para pasar un lunes por la tarde hay cosas peores.
Valoración: SI NO TIENES NADA MEJOR QUE HACER
Woody Allen dirigiendo a Jesse Eisenberg y a Kristen Stewart en una de las numerosas secuencias de plano-contraplano
De las peores declaraciones de amor que he visto en el cine en el enésimo plano-contraplano de esta película